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La preocupación por la apariencia y la buena imagen física ha aumentado en los últimos años la demanda de dispositivos seguros y eficaces para moldear el cuerpo de forma no invasiva.

La criofrecuencia es un ejemplo de estos aparatos y se utiliza en estética para diversos tratamientos, teniendo la radiofrecuencia como base de trabajo.

La radiofrecuencia genera, por efecto de la corriente eléctrica alterna de alta frecuencia, calor en los tejidos dérmicos (calor endógeno) con densidades proporcionales al tipo de aplicador utilizado y proporcionales a la región donde se aplica.

La radiofrecuencia es una onda electromagnética que genera calor por conversión, entre 30 KHz y 300 MHz, siendo la frecuencia más utilizada entre 0,5 y 1,5 MHz. En la electroestimulación y la electroanalgesia, por ejemplo, se activan corrientes por debajo de los 3000 Hertz (Hz).

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